¿TIENES SED DE ALGO MÁS?

Para encontrar tu vocación es necesario compartir ratos con Jesús, que llamó a sus discípulos a ser pescadores de hombres.

La oración nos ayuda a descubrir lo que Dios pone en nuestro corazón como inquietud, como pregunta, como llamada.

Quiero ser de los tuyos

Cuando pienso Señor en tus locuras,

cuando siento que me miras y sonríes

cuando de nuevo en la mañana llamas a mi puerta

quiero ser, Señor, de los tuyos.


 

Cuando siento con María confianza

cuando siento que ya no entiendo nada

cuando pones en mi vida tu palabra

quiero ser, Señor, de los tuyos.

Y seguir tus huellas en silencio

acogiendo y meditando cada paso

abriendo el corazón a tus mañanas

abrazando la muerte y la sorpresa.


 

Quiero ser, Señor, de los tuyos

con María de camino a la montaña

acercando mi susurro a tus oídos

y pedirte que en vino cambies el agua.


 

Quiero ser, Señor, de los tuyos, 

de los locos que acogen tu promesa

de los locos que creen en tu palabra

de los locos que por ella dejan todo

de los locos que la ponen hoy en práctica.


 

Quiero ser Señor como tu madre

quiero ser Señor de tus hermanos

quiero ser Señor tu misionero

quiero hacer Señor lo que te plazca.

 

Sígueme y te haré pescador de hombres.

Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres». Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.

Marcos 1, 14-20

Señor 
¿qué quieres 
de mi?

Padre mío,

me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.

Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.

 

Beato Carlos de Foucault

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